jueves, 23 de diciembre de 2010

El Guardagujas (Juan José Arreola) Adaptación


El forastero llegó sin aliento a la estación desierta. Su gran valija, que nadie quiso cargar, le había fatigado en extremo. Se enjugó el rostro con un pañuelo, y con la mano en visera miró los rieles que se perdían en el horizonte. Desalentado y pensativo consultó su reloj: la hora justa en que el tren debía partir.

Alguien salido de quién sabe dónde, le dio una palmada muy suave. Al volverse el forastero se halló ante un viejecillo de vago aspecto ferrocarrilero. Llevaba en la mano una linterna roja, pero tan pequeña, que parecía de juguete. Miro sonriendo al viajero, que le preguntó con ansiedad:
-¿Dónde viajará?
-Regresaré a mis tierras –
le contestó el forastero
-Aquí son escasos los trenes que llegan, así que tendrá que esperar.
-Si, pero yo me voy en el de las 3:00 -
le dijo el forastero.
El viejecillo le contestó:
-Oiga, ¿y usted de donde es?
-No, yo soy de bien lejos. Ya estaba aburrido un poco de la soledad de allá. Me gusta como viven acá, pero ahora me regreso. ¡Miré allá viene mi tren!.
- ¿Dónde, no veo nada?
- ¡Allá!, ¿no ve caballero?
Corriendo el forastero va tras ese misterioso tren.
El viejecillo sorprendido le grita:
- ¡¿Pero oiga a donde va?!
- ¡A mis tierras… allá donde vuelan los cóndores!.

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