jueves, 23 de diciembre de 2010

Noche de espanto


Ya son las 7 PM. La enfermera retira la bandeja de la comida que se encuentra a los pies de la cama. Le deja un vaso con agua y unas tabletas.
El hombre espera a que la mujer se retire de la habitación.
Un poco temeroso se acerca hacia el gran ventanal.
Los rayos luz que entran, poco a poco van desapareciendo.
Es la hora.
- Tú siempre tan puntual, ¿ah? –dice el hombre.
- Ya sabes que es mi naturaleza, no puedo evitarlo -le contesta.
- ¡Siempre vienes a molestarme! -enojado le dice el hombre.
- No es mi culpa que no te agrade mi compañía. Otros ansían mi llegada, pero tú eres el único que rechaza mi presencia -le reprocha.
- ¡Déjame solo! ¡Este es mi lugar!- le grita el hombre.
- Lo siento, tú sabes que la noche es mía -lo desafía.

La oscuridad empieza a tomarse poco a poco mi espacio y sólo quedan un par de baldosas con luz que son mi pequeño refugio. No me queda mucho tiempo, tengo que actuar.
Lentamente extraigo la brillante cuchara que guardé de la comida. La luz de la luna me proporciona gran ayuda y se refleja en el arma que sostengo con firmeza.

Un grito de espanto cubre la habitación, la sombra temerosa comienza a retroceder.
Con el arma apuntando y ojos amenazantes, el hombre le dice triunfante:
- Tengo el poder, ahora yo te domino.

El reflejo de la luz empieza a llenar los espacios y la sombra esta vez derrotada se va.

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