jueves, 19 de marzo de 2009

Necesidad

Llevaba meses sin trabajo y seguía realizando la misma rutina.
Se levanta muy temprano, se ducha, busca su mejor pinta y se viste.
Le pega un mordisco a una tostada añeja y toma un sorbo de café.
Sale rápidamente de su casa y se detiene en el quiosco de la esquina. Compra el mismo diario de siempre.
Mientras sube al metro, en la hora más insoportable, ve los rostros lánguidos de la gente y en el poco espacio que dispone logra abrir el diario con algo de dificultad.
Como de costumbre, va hacia los clasificados, observa los mismos avisos de toda la semana.
De pronto su vista se dirige hacia uno nuevo que llama su atención: “Se necesita hombre joven, buena presencia para hacer compañía a señora mayor. Buena paga.”
Sin titubear, lo encierra en un círculo. Se abren las puertas del metro y se baja rápidamente. Busca un teléfono y marca el número.
Mientras suena el tono, resignado y atiborrado de deudas, piensa: “Ya me da lo mismo, necesito la plata”.

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